Neuromodulación
Qué es la neuromodulación química
La neuromodulación química es, con toda probabilidad, el tratamiento estético facial más conocido por la población general, y el que más se realiza. Este tratamiento bloquea la transmisión nerviosa en los músculos sobre los que se aplica, produciendo una parálisis parcial y temporal de los mismos. Esto se traduce externamente en un aplanamiento de las líneas de expresión. Está especialmente indicado en la zona de la frente y el entrecejo, aunque su uso se ha extendido con buenos resultados a otras zonas del rostro y el cuello, como en las líneas perioculares o “patas de gallo”. Para mantener un resultado duradero, se debe realizar periódicamente, ya que pasados unos meses la transmisión nerviosa se recupera y el músculo recobra su movilidad.
Descripción del procedimiento
La neuromodulación química se realiza en la consulta y no requiere ninguna preparación por parte del paciente. Generalmente se realiza sin anestesia o aplicando una pomada anestésica para hacer el procedimiento más confortable. Tu cirujano te pedirá que realices determinados gestos como fruncir el ceño, levantar las cejas o sonreír, para determinar la posición exacta de los músculos donde se realizará el tratamiento y la dosis necesaria. Además, se valora la necesidad de dosis diferentes en un lado y otro de la cara en caso de asimetría. El tratamiento se realiza mediante una aguja diminuta que reduce las molestias al mínimo, en la dosis que tu cirujano estime oportuna. Posteriormente, se aplica frío sobre la zona para minimizar la aparición de equimosis. Finalizado el tratamiento, que habitualmente dura unos 15 minutos, puedes abandonar la clínica y hacer vida normal.
Cuidados posteriores
No es necesaria ninguna precaución o cuidado especial, aunque se recomienda aplicar frío en las zonas tratadas con una gasa fría o similar el día del tratamiento y evitar esfuerzos extenuantes ese día. Los resultados comienzan a ser visibles durante la primera semana y, en general, puedes esperar que perduren unos 3-5 meses. Este período varía según la zona tratada y tus características personales. Pasado este tiempo, puedes optar por realizar una nueva infiltración o esperar al momento que consideres más oportuno.