Orejas despegadas en los niños: ¿cómo afectan a mi hijo?

¿Cómo afectan las orejas despegadas en los niños?

Las orejas despegadas en los niños son causa frecuente de depresión y alteración del comportamiento en la infancia. Por algún motivo no muy conocido, las orejas despegadas en los niños inspiran bromas y burlas desde edades muy tempranas, quizás porque llaman la atención. Puesto que la personalidad no está plenamente desarrollada, la inseguridad propia de un niño se puede ver afectada seriamente. Algunos estudios han puesto de manifiesto que hasta un 40% de los adolescentes con problemas de comportamiento padece alguna deformidad auricular. Algunos adolescentes y adultos intentan compensar todo el perjuicio que les ocasiona su problema mediante esfuerzos importantes tanto en lo físico como en lo académico. La mayoría sufren en silencio el estigma con el que nacieron y tienden a ser personas de carácter introvertido.

Las alteraciones de las orejas afectan a la personalidad. En un mundo cada vez más centrado en el aspecto físico, estemos de acuerdo o no, las orejas despegadas pueden ser un handicap en la vida. Estudios recientes con fotografías mostradas a voluntarios demuestran que las deformidades auriculares se asocian en nuestra mente inconsciente con características como falsedad, estupidez e incluso criminalidad.

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Actitudes frente a las orejas despegadas en los niños

Los padres interpretan el estado anímico de sus hijos mejor que nadie, y casi siempre aciertan. En la consulta podemos encontrarnos los siguientes escenarios:

Los padres no han preguntado al niño

Es lo más frecuente, e incluso lo más lógico cuando son pequeños. Los padres acuden con el niño para que valoremos el problema. En el ambiente parece flotar la idea de que el niño es consciente y sufre por su problema, pero abiertamente no se ha hablado de ello en casa. Yo siempre recomiendo hablar con el niño y que este entienda qué se va a hacer. Así colaborará mejor en el pre y postoperatorio y será partícipe activo de su tratamiento. Además en la conversación pueden aflorar problemas anímicos que requieran atención especializada.

El niño pregunta y quiere una solución

Cuando son más mayores o adolescentes, los niños con orejas despegadas suelen buscar activamente una solución, han investigado en internet, han visto videos, etc. Los padres suelen estar de acuerdo y apoyan la decisión del niño, pero en ocasiones aparecen conflictos (los padres creen que la deformidad es mínima, que el niño debería aceptarse tal y como es, que eso lo tienen todos los de la familia, que una cirugía tiene muchos riesgos…). El papel del médico en este caso es el de asesorar a unos y otros. A los padres se les explica en detalle la cirugía para que vean que es segura y eficaz. A los niños les contamos que es indispensable la autorización paterna, pero más importante que todos estén de acuerdo con el procedimiento. En general rápidamente se alcanza un entendimiento.

Los padres quieren una solución y el niño no

En raras ocasiones los padres quieren solucionar el problema ante la negativa tajante del niño. Puede que efectivamente el niño sea consciente de la particularidad de sus orejas y no le importe o incluso le gusten, en cuyo caso no hay ningún problema ni se ofrece ningún tratamiento. Desafortunadamente, lo más habitual es que el paciente tenga un complejo e inseguridad tal que le impida ver siquiera la posibilidad de una solución. En estos casos recomiendo una valoración especializada por un psicólogo infantil.

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Cuándo operar

Una vez que los padres, el paciente y el cirujano acuerdan que la solución quirúrgica es la mejor opción, la siguiente pregunta es cuándo operar.

Edad

A los 6 años de edad aproximadamente la oreja ha alcanzado casi el tamaño adulto. A partir de este momento se puede hacer la operación con garantías. Si la deformidad causa importantes problemas sociales se puede adelantar a los 5 años, pero no es el caso habitual. El límite superior de edad no existe, aunque es una cirugía típica de adultos jóvenes.

Época del año

Todos los padres preguntan por la mejor época del año para realizar la cirugía. El mejor momento para operar las orejas despegadas en los niños es el verano, aprovechando las vacaciones en la escuela o los cambios de ciclo (primaria-secundaria, colegio-instituto…). Otra buena época es la Navidad o antes de Semana Santa. Si no es posible ajustar tanto cualquier época del año es igualmente válida. Los niños habitualmente faltan una semana a clase pero rápidamente retoman la rutina.

Conclusión

Las orejas despegadas en los niños ocasionan alteraciones del comportamiento y se asocian inconscientemente a características negativas. La cirugía ofrece una solución con mínimos riesgos y grandes resultados. La familia al completo deben estar de acuerdo en realizarla.

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